¿Qué nos estamos perdiendo cuando escuchamos música?

By abril 25, 2020Blog

Existen múltiples maneras de escuchar música. Así como puede tratarse de una simple experiencia acústica registrada a través de nuestro sistema auditivo e interpretada como un estímulo sonoro agradable, cuya finalidad es el esparcimiento, la distracción o el complemento a alguna otra actividad, la música también puede ser una experiencia transformadora e impactante, que absorbe nuestra atención total y de la que derivamos absoluto placer. La música suele entrar a nuestro oído como un cúmulo de información genérica, neutral y no decodificada, pero cuando le ponemos atención, cuando nos permitimos absorber los estímulos sonoros con discernimiento, la experiencia puede ser mucho más profunda y placentera. A final de cuentas, todos esos impulsos sonoros constituyen un lenguaje que alguien está utilizando para expresarse y por lo tanto, debemos preguntarnos si hay algo que podamos hacer para profundizar nuestro nivel de escucha y si existe una forma correcta de escuchar. Debemos considerarnos como el otro extremo del círculo de comunicación, porque en realidad, el proceso de creación de la música termina con nosotros. Somos el receptáculo final. 

Para saber si escuchamos bien, debemos de preguntarnos en qué consiste la música. ¿Qué escuchamos cuando escuchamos música? ¿Qué estamos buscando de esa experiencia?

Para responder a esta pregunta, es oportuno nombrar aquellos elementos que nuestro sistema auditivo percibe y que son decodificados como las entidades constituyentes de aquello que llamamos música. 

  1. Notas.                                                                                                                                                                        

Las notas son aquellas frecuencias fijas que surgen como resultado de un sistema de organización específico: el sistema temperado que produce 12 sonidos diferentes a partir de la división de la octava en partes iguales. Son producidas mediante cualquier instrumento musical afinado y diseñado para generar entidades sonoras que se imprimen en nuestro sistema auditivo, para ser posteriormente interpretadas en mensajes más profundos.

2. Melodía. 

Con características especiales de registro y de diseño sonoro, la melodía es la línea que posee la identidad suficiente para poder distinguirse dentro del entramado de la música y por ello la identificamos fácilmente. 

3. Armonía.

Simultaneidades de notas o acordes que se rigen mediante las leyes del sistema tonal de armonía, a partir del cual se pueden establecer correspondencias y jerarquías para construir estructuras elaboradas o canciones. 

4. Ritmo. 

Se deriva de la organización del material melódico y armónico en intervalos de tiempo regulares o irregulares, produciendo una secuencia lineal de sonidos. 

5. Instrumentos. 

Medio a través del cual se manifiestan los tres elementos anteriores, en conjunción con la ejecución de un intérprete. El oído percibe la emisión del sonido a través del material que produce las vibraciones -cuerda, metal o madera- y a través de la manera en que el intérprete lo manipula físicamente. 

6. Texturas. 

La combinación de instrumentos produce diferentes texturas regidas bajo los principios de la orquestación. Existen innumerables maneras de combinar instrumentos para lograr efectos específicos. Es importante conocer los timbres de cada instrumento para poder identificarlos. Recomiendo escuchar la Guía Orquestal para los Jóvenes de Benjamin Britten, que es una obra musical dedicada a la enseñanza del reconocimiento de todos los timbres orquestales y sus familias. Es importante destacar que aunque se trate de los mismos instrumentos, cada estilo musical requerirá un enfoque técnico congruente con  necesidades estilísticas particulares. 

7. Dinámica.

 Variación de intensidades en la música. Desde la suavidad de un pianísimo hasta la sonoridad plena de un fortísimo, la música pasa, durante una obra, por diferentes matices que tienen el propósito de esbozar con mayor claridad la trama de una historia. 

8. Agógica.

El tiempo es elástico y permite modificaciones en el pulso a lo largo de una obra, acelerando el discurso de manera gradual para indicar la llegada de un clímax, o frenándolo para anunciar la llegada de un final de frase. 

9.  Contrapunto.

Ocurre cuando dos melodías son independientes pero guardan una relación armónica entre sí. Recomiendo escuchar la música de Johann Sebastian Bach para ejercitar la percepción de melodías simultáneas. 

Hasta aquí hemos enumerado los diferentes estratos sonoros que el oído humano percibe. Sin embargo, no contamos con las herramientas suficientes para asegurar que la música, el lenguaje más sublime que existe, se constituya solamente de sonidos y sus posibles combinaciones. Es un tanto ilusorio pensar que se puede crear música a partir de la unión entre un sonido y un concepto teórico sin pasar por el imprescindible impulso de una idea que genere el contenido de un discurso mediante la asignación de un sentido a la construcción de la frase. No, las notas, los ritmos y las armonías son solamente el medio físico a través del cual la esencia de la música se manifiesta. Los elementos constituyentes son el disfraz -muy bello por cierto- que oculta el verdadero rostro de la música. Si nos quedamos atrapados en esta capa superficial, nuestra experiencia corre el riesgo de volverse puramente estética. Sería como contemplar una combinación agradable de colores en una pintura, espléndidas y elaboradas formas en una escultura; sería como dejarse llevar por el ritmo de un verso en la poesía y caer en la red de las palabras cuya belleza se convierte en una especie de celada que nos aleja del mensaje escondido en sus estratos más profundos. 

Hemos llegado al punto en que el lector irremediablemente se preguntará, si esto es sólo el vehículo a través del cual se manifiesta la música, entonces, ¿Qué es la música? ¿Cuál es esa escondida esencia y cómo podemos encontrarla? 

¿De qué nos estamos perdiendo cuando escuchamos este maravilloso lenguaje?

  1. Lenguaje. 

Si la música es un lenguaje entonces todos las vibraciones que, en diferentes presentaciones y combinaciones están penetrando en nuestro campo consciente a través del sonido, tienen la finalidad de transmitir una idea específica a través de un discurso cuyos componentes no pueden aislarse de ninguna manera, de lo contrario, sería como escuchar fonemas o palabras aisladas dentro de una conversación sin comprender el mensaje. Sería como tratar de derivar una experiencia a partir de la escucha de una conversación en un idioma desconocido y conformamos con percibir la sonoridad -agradable o desagradable- de fonemas de ese lenguaje sin comprenderlo cabalmente. Sería como decir ¡qué bonito suena el francés!  sin entender una sola palabra de lo que se dijo. La responsabilidad de un oyente es encontrar las estructuras que le permitan comprender el flujo de ideas dentro del discurso, por medio de los estímulos sonoros. 

  1. Fraseo. 

Esto nos lleva a la gramática del lenguaje de la música, que, si bien no se ha definido como tal -a pesar de varios intentos de lingüistas- consiste en una manera de generar infinitas variantes de fraseos lógicos con estructuras definidas, a partir del modelo de una frase hablada. La idea debe de comenzar en alguna parte, en un punto bajo del registro del instrumento, el inicio de una sección, después de un punto de reposo en la armonía o simplemente como preludio de un climax en la trama de la obra. Toda frase tiene un camino y un destino, una trayectoria bien trazada, un hilo conductor que, como escuchas, debemos de descubrir. Toda frase tiene un principio, un climax y un desenlace, que propiciará el inicio de otra frase, perpetuando así el encadenamiento de ideas musicales organizadas. Para poder descubrir las cualidades de una frase musical, es necesario detectar el principio de la misma y seguir su trayectoria de la misma manera en que podríamos seguir, con el sentido de la vista, un objeto que se mueve en el espacio, sin despegar ni un momento la mirada de él. Al disponernos a escuchar música de esta manera, comprendemos que la idea que se quiere transmitir y la frase mediante la cual se manifiesta son más importantes que las notas que utiliza. Prueba de ello, es que se puede transmitir la misma emoción con notas diferentes. 

  1. Emoción.  

Si la música es un lenguaje, entonces es el más sublime de todos, porque lidia con una gama infinita de emociones y sentimientos tanto en la emisión como en la recepción del mensaje. El lenguaje de la música explora la relación ontológica entre los seres humanos. 

  1. Actitud.

El gran trompetista de jazz Miles Davis solía decir  “cada nota que ejecutas es 90% la actitud con la que la tocas”. El carácter de un intérprete se imprime en cada nota, determinando su fuerza y su grado de impacto en el oyente. . En cierta forma es como un molde en el que el intérprete puede depositar toda su esencia. A través de la consciencia y la concentración, el escucha puede determinar hasta qué punto ese molde va lleno.  Desde esta perspectiva, la nota musical en sí misma pierde relevancia y se convierte en un elemento secundario y supeditado a la preponderancia del discurso y la actitud con la que se manifiesta. 

  1. Cultura. 

La música es una representación fiel de la cultura de una individuo dentro de su contexto social y temporal. Cuando escuchamos música, es posible escuchar la idiosincrasia de todo un pueblo, forjada a través de los años por una sucesión de prácticas individuales y colectivas que, a través del tiempo e innumerables medios, conforman una visión del mundo y una determinada postura para enfrentarlo . Cuando escuchamos jazz escuchamos la historia de la raza afroamericana que, durante la época de esclavitud, se ve neutralizada, brutalizada y discriminada. Su deseo de liberación está encarnado en cada nota sincopada, mezclado con un vaivén entre alegría y tristeza, extremos que oscilan y navegan en ritmos inquietos que nos remontan hasta su origen:  África.  Cuando escuchamos las Polonesas de Federico Chopin, escuchamos el eco de remembranza de una patria lejana y la profunda nostalgia del eterno exilio en el que vivía después de haber abandonado tierras polacas para mudarse definitivamente a Paris. Cuando escuchamos cualquier estilo musical folclórico, escuchamos las raíces y costumbres de cada pueblo, que se van transmitiendo de generación en generación hasta llegar a nuestros oídos a través de esas notas que transmiten historias, creencias, y costumbres en delicadas vibraciones a través del tiempo. 

  1. Historia. 

Cuando escuchamos música, escuchamos la evolución que ese estilo musical ha tenido a lo largo de la historia. No solo eso, sino que escuchamos la evolución que la música ha tenido como manifestación artística y su impacto que en el desarrollo de la civilización. Cada obra musical lleva consigo una lección de historia, porque es producto de la concatenación de circunstancias y hechos que le han dado origen. 

  1. Atemporalidad.

Cualquier obra musical de cualquier época en la historia de la humanidad es producto de una serie de elementos que son comunes a todos los creadores y todos los seres humanos. Cualquier ser humano puede proclamar como propio el territorio conquistado por la experiencia y la historia personal que genera sentimientos y emociones particulares a esas vivencias. Asimismo los deseos, las proyecciones, el instinto de supervivencia y superación son cosas que, como escuchas,  compartimos con los creadores, lo que nos permite alcanzar una identificación plena con la manifestación artística que los plasma. Independientemente del contexto cultural, temporal y social, cada obra es una representación del sentir universal a través de los tiempos. 

Todo esto último, lo que yo llamo la dimensión profunda de la música y que se encuentra escondida y esperando a ser descubierta detrás del disfraz del vehículo que la representa, es lo que la música tiene en común con todas las formas de arte, cada una distinguiéndose de la otra a través de las particularidades de cada medio de transmisión del mensaje. En la pintura, el color y la forma distribuyéndose en el espacio delimitado del lienzo; en la escultura, el material formando la figura y distribuyéndola  en dimensiones espaciales; en la literatura, la palabra al servicio de una idea y ésta, al servicio de la trama de una historia.

“Deshaced ese verso.

Quitadle los caireles de la rima,

el metro, la cadencia

y hasta la idea misma.

Aventad las palabras,

y si después queda algo todavía,

eso será la poesía”. 

Estas palabras de León Felipe, y la célebre frase de Wolfgang Amadeus Mozart “la música está detrás de las notas” nos invitan a reflexionar sobre la manera en que percibimos el arte. Nos invitan a descubrir todos aquellos tesoros que aguardan detrás de la superficie y que harán que la escucha de la música se convierta en una experiencia poderosa y verdaderamente transformadora. 

Cuando escuchas música, ¿qué escuchas? 

One Comment

  • Berenice Belmontes dice:

    A mitad de mi carrera de música me pidieron ser maestra de historia de la música en un instituto. No tenía la menor idea de ser maestra, no sentía que tenía suficiente conocimiento de la materia pero era mi única opción acepar el trabajo porque solo así podría pagar mis estudios. Aconsejada por mi maestro de historia comencé a leer algunos libros de historia y allí empecé a descubrir que nunca había escuchado música, tan solo la oía. Me sorprendí mucho de todo lo que había pasado por alto y esto me lo volvió a recordar. Gracias por compartirnos y recordarnos la belleza de este arte, la música. 🙂

Leave a Reply